¿Por qué saludamos y damos las gracias a ChatGpt?

Las personas suelen saludar y dar las gracias a ChatGPT, o a cualquier otro asistente virtual, por varias razones que reflejan aspectos de la interacción humana y las expectativas de comportamiento social:

  1. Antropomorfización: Los seres humanos tienen una tendencia natural a atribuir características humanas a objetos y entidades no humanas, incluyendo programas de software. Saludar y expresar gratitud son comportamientos típicamente humanos que se transfieren a las máquinas durante la interacción.
  2. Hábitos de Cortesía Social: Está arraigado en muchas culturas saludar y dar las gracias como parte de las normas de cortesía y buenos modales. Cuando las personas interactúan con ChatGPT, a menudo aplican las mismas normas sociales que usarían en interacciones humanas.
  3. Expectativas de Interacción Natural: Los usuarios a menudo buscan una experiencia de conversación que se asemeje a la interacción humana. Saludar y dar las gracias hacen que la conversación fluya de manera más natural y familiar.
  4. Refuerzo Positivo: Aunque ChatGPT no tiene emociones ni conciencia, los usuarios pueden dar las gracias como una forma de retroalimentación positiva. Aunque no hay un beneficio directo para la máquina, este comportamiento puede ser una manera de expresar satisfacción por la ayuda recibida.
  5. Práctica y Aprendizaje: En el caso de los niños o personas que están aprendiendo normas sociales, interactuar con asistentes virtuales puede ser una forma de practicar estas habilidades en un entorno de baja presión.
  6. Lenguaje Formal e Informal: En algunos contextos, como en la interacción profesional o educativa, el uso del lenguaje formal, que incluye saludos y expresiones de gratitud, puede ser más apropiado y esperado.

En resumen, saludar y dar las gracias a ChatGPT son comportamientos influenciados por la tendencia humana a humanizar los objetos, el cumplimiento de las normas sociales de cortesía, el deseo de interacciones conversacionales naturales, y el uso de estos actos como formas de feedback o práctica. Estos actos reflejan cómo los seres humanos se relacionan con la tecnología avanzada y cómo las normas sociales se extienden a nuevas formas de comunicación.

Hasta aquí, el texto que aparece es la respuesta que me ha facilitado ChatGPT a la pregunta que titula este artículo.

Sin entrar a valorar posibles errores (que podría haberlos), la respuesta tiene sentido, parece bien argumentada y ha sido elaborada en 10 segundos aproximadamente, es decir, la décima parte del tiempo que yo estoy tardando en escribir estos mis dos primeros párrafos.

Y lo habría hecho igual de rápido y, probablemente, bien, si le hubiera preguntado por el contenido y significado de la Ley de Propiedad Horizontal española, sobre los ganadores de los últimos mundiales de fútbol o sobre la Teoría del Ensamblaje, que unifica física y biología para entender el origen de la vida natural.

Está claro que esta tecnología puede ayudar al desempeño de actividades de todo tipo, ahorrando tiempo y aumentando la precisión en los resultados ( aunque, insisto, aún no ofrece fiabilidad total), de igual manera que las calculadoras nos facilitaron la realización de operaciones matemáticas, liberando tiempo para dedicarlo a aspectos creativos o más productivos que la repetición de tareas que, aunque imprescindibles, podían ser realizadas por máquinas con mayor rapidez y exactitud. O que los ascensores que usamos en nuestros edificios, el correo electrónico o los semáforos que regulan el tráfico, que también son inteligencias artificiales y que nos aportan comodidad y seguridad.

Pero, si resultaría grotesco ver a otras personas dar los buenos días a un ascensor o a un semáforo porque son objetos inanimados, sin emociones, ¿por qué en todos los cursos, tutoriales, webinars, etc. sobre ChatGPT y otras herramientas similares nos recomiendan insistentemente que usemos normas de cortesía, propias de la comunicación entre humanos, cuando interactuamos con estas nuevas y avanzadísimas inteligencias artificiales?, es decir, que cuando le hagamos una consulta o le encarguemos una tarea comencemos con: “Por favor, …”, “Podrías…”, etc., y que después le agradezcamos la contestación: “Gracias por tu respuesta…” y/o que se la celebremos: “Muy bien…”, “Perfecto…”, sin que falte el saludo, “Buenos días..”,  y la despedida, “…hasta otra ocasión.“.

Bueno, en la respuesta a esta pregunta puede encontrarse el motivo por el que sentimos cierto vértigo al ir descubriendo las capacidades y posibilidades de ChatGPT, Gemini, CoPilot… ya que apuntan a que son capaces de identificar emociones, sentimientos y actitudes humanos, y que, posiblemente, generarán respuestas según los criterios que el programador de su cerebro artificial haya definido, pudiendo exigir un trato respetuoso y penalizando al usuario impertinente o que no se ajuste a su prestablecido patrón de comunicación. Se trataría de la tan humana costumbre de intentar llevarnos bien con quién puede aportarnos algo que necesitamos, aunque en este caso estemos equiparando personas a un ente inanimado, eficientísimo, pero sólo una mera, y muy cara, combinación de minerales procesados y de efectos físico-químicos, con la misma sensibilidad que una señal de tráfico.

Ya somos conocedores, partícipes y víctimas de los poderosos algoritmos de las redes sociales, de los de Google y de los de las grandes empresas tecnológicas, tras descubrirse su capacidad de influir sobre el comportamiento de las personas para determinar hábitos de compra y de ocio e, incluso, sobre opiniones en cualquier aspecto social, cultural, económico y político.

Ahora, algoritmos similares se ponen parcialmente a disposición de todos nosotros para que los apliquemos en nuestro entorno laboral y personal, con la promesa de aumentar nuestra productividad y capacidad creativa a cambio de un módico precio y de poner en práctica comportamientos un tanto absurdos como dirigirnos a una máquina como si lo estuviéramos haciendo con otra persona.

Quizás esto no pase de ser una anécdota pasajera, pero sí nos avisa de que nos encontramos ante una tecnología que progresa exponencialmente y que diluye cada vez más la línea que separa a las personas de los ingenios digitales, por lo que deberemos adaptarnos a las innovaciones técnicas y aprovecharnos de ellas (cómo se ha venido haciendo a lo largo de la Historia), pero siendo conscientes de cuales son las fronteras entre humanidad y artificio.

Mi hijo dice que es amable para que no le mate la IA cuando tome el poder 🤣🤣” (1)

(1) Comentario registrado en este artículo sobre el tema, publicado en eldiario.es.

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